Pero todo cambia si nos remontamos al siglo de cuando la mayor biblioteca del mundo era la de Alejandría, en esa época si se consideraba ciencia por que de verdad creían que podía ser posible por las fuerzas gravitatorias de los planetas y constelaciones por que se observaban y creían que influía en muchas cosas desde hacer el acto sexual para concebir un heredero en vez de heredera a ir a la guerra contra tal ejercito, todo esto se daba en todo el mundo y desde el principio de los tiempos, el hombre se ha interesado por su presente y ha estudiado su pasado. Pero, si hay algo que aún lo desvela es el futuro. Ya en la prehistoria, el hombre se guiaba por distintos presagios fundamentalmente tomados de la naturaleza, esto explica que muchas de las religiones más antiguas hayan sido panteístas.
Brujos y adivinos predecían el futuro a través de la lectura de las líneas del hígado de un buey, de la posición de los astros, de la interpretación de los sueños, de los fenómenos climáticos, de la posición de las runas o caracoles, etc.
Por lo general, a la práctica de la adivinación se le confería un carácter sagrado. Para ello se edificaban templos monumentales, que representaban a la divinidad a la que se quería consultar.
A estos santuarios se los conoce como Oráculos. Ya en el Antiguo Testamento encontramos registros de la denominación que se le daba a estos templos.
En Babilonia y Asiria, Samar y Abad, los “bele-beri” (señores de la adivinación eran los encargados de ponerse en comunicación con los dioses en los oráculos para predecir el futuro de sus pueblos.
En Egipto, los oráculos más importantes fueron los de Heliópolis y Abydos, en los que las consultas se hacían por la mediación de una persona, que llevaba escritas las preguntas y las depositaba en el santuario y de igual forma recibía las respuestas pero siempre que se la consultaba a estos tipos de averiguadores del futuro las respuestas de este oráculo se redactaban en frases con doble sentido y eran difíciles de interpretar ya que en las luchas políticas, el oráculo tenía como norma estar siempre en armonía con el más fuerte. Desde luego, los sacerdotes podían equivocarse algunas veces, pero por lo general podían salir del compromiso formulando respuestas vagas, susceptibles de interpretarse de varias maneras. Así, la Pitonisa recomendó al gran estadista y general tebano Epaminondas, que se guardara de Pelagus, que significa “mar”. No obstante, Epaminondas encontró la muerte en el interior del país, en Arcadia, tan lejos del mar cuanto era posible en el Peloponeso. Los sacerdotes del oráculo adujeron que en realidad cerca del campo de batalla existía un bosque llamado Pelagus.
Con todo esto quiero decir que nunca la pseudociencia a sido fiable ni verdadera y que la ciencia si ya que la ciencia se observa formulas leyes que se cumplen y siempre son exactas (todo lo contrario que la pseudociencia) y aun a si sabiendo todo esto lo mas indignan te es que todavía la gente sigue creyendo en esa supuesta ciencia llamada pseudociencia
Muy interesantes y originales tus artículos. Te pondré buena nota.
ResponderEliminarDebes mejorar la ortografía ("a" del verbo haber, por ejemplo).